Me leen:

92.

Me dejé caer el abrigo, me morí sola del frío, sólo en el dolor soy capaz de encontrarme. Mi espejo me repugna y mis gritos son nulos ante el silencio de mi mirada. Que difícil es dejarme marchar. Que a gusto estaría sin mí. Se va mi esencia en pasos mudos, en manos heladas de movimientos severos, en el chirrido de una rueda rota en el asfalto que se ha pinchado con el simple roce de un cristal.
Vivir a la merced de un antojo; por debajo de unos números que te pisotean pero por desgracia no te hacen más pequeña; por encima de la talla que quisieras, por encima del grosor establecido, marcado en cada día de tu calendario. Cuando cada gramo es una desgracia y nada tiene sentido, cuando odias tu reflejo, cuando asqueas tu cuerpo. Cuando llenas el hambre y quieres más, cuando corres hacia el baño y te arrodillas buscando una solución a la libertad que te privas tú misma sabiendo qué no debes hacer. Cuando todo lo que sobra en tu horrible figura te hace sentir diminuto el corazón y sobrante el alma.
Entonces tienes un problema.
Me abandoné en una esquina, dejé que entraran en paso firme mis complejos uno por uno dominando lo que soy y lo que siento.
Verás, que estoy enferma.
Pero soy una enferma gorda, muy muy gorda.

91. Va de preguntas.

'Dime, ¿alguna vez te has preguntado por qué los árboles en esqueleto albergan un silencio inevitable? Dime, ¿has pensado acompañar a la cigüeña en sus pasos? ¿Acaso no sabes que las preguntas nacen antes que las ideas?'
¿Sabes qué hubiera pasado si la bomba estallara justo en la frontera? ¿Perseguís en ese lado a cualquier desconocido para cambiar esa condición? Pregunto, ¿has logrado tú encontrar a un perro siempre fiel? ¿Te gusta comer miel a cucharadas? ¿El infierno son las calles, como aquí, cuando te aprisionan?
Aquí sí, en este lado.
En el otro, saltada la frontera.. ¿Existe alguien feliz? ¿Existen esas ansiadas miradas que albergan la calma y que por aquí tanto prometen? En esas calles.. ¿Los niños corren, saltan y chillan por las carreteras sin ser regañados? ¿Los ancianos se sientan en puertas con sus viejas sillas para ver el atardecer ser vencido? ¿Los deberes son compartidos? ¿Las madres pueden cumplir sus sueños sin pagar caro precio? ¿Las chicas sonríen y son tan bellas como inalcanzables? Cuéntame, ¿cabe sitio para mi cuerpo falto de alma en ese lugar? ¿Las despedidas son 'hasta luego' prometidos o 'hasta nunca' rotos? ¿Los abrazos también ahogan o sois más de estar pasando las horas entre besos para, más tarde, besaros más allá de los labios?
¿Podrías explicarme si allí vuestro despertador es un canto? ¿Por qué el mío es un berrido?
En ese lado.. ¿Las lágrimas fluyen o son detenidas? ¿Andan por ahí mis ganas de vivir? Si voy a visitaros.. ¿Podré sentir al fin el dolor? ¿Podré gritar hasta extinguirme en mi eco? ¿Podré corretear por carreteras entre camiones desafiando a la gravedad? ¿Me atrapará la muerte por fin o voy a seguir corriendo?
¿Estáis vivos, ahí, en el otro lado?

90.

Tiemblo sin querer, se me humedecen los ojos sin saber que me pasa, a santo de nada. Mil agujas me atraviesan de golpe, sin avisar y sin anestesia clavándose en el vacío que queda entre mis pulmones cada vez que sus carcajadas sepultadas aparecen en mi mente como un latido inerte que se esfumó dejando el eco de un suspiro. Que tira de mis pupilas, tornando en rojo el marrón, para regresar a las vistas de su cuerpo en estado de espera entre los raíles y alejándose luego en una línea de metro perdida en una plaza cualquiera de Madrid que ha marcado mi vida.



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Quizás solo se trate de prosperar, de seguir por un camino que no sea el que marquen tus labios, unas caricias que no sean las tuyas.