Que te escurres como el suelo bajo mis pies y tiembla Madrid, escapando escopeteadas del andén que puso las prisas. Un antes y un después, y un hasta entonces, y un hasta luego. Y hoy llegamos tarde, como ayer, como todos los días, tarde pero sonriendo.
Sin primavera para repoblar lo que el fuego se me está llevando, y me ves preocupada. Si me quedo sin campo conquisto tu ombligo y me construyo una casita con vistas a tus lunares, a falta de luna.
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Tic Tac y el reloj no cuenta, y las horas no cuentan, y no quieres contarme cuentos, y te espero jugando a no necesitar que cuentes con. Y aguanto cien minutos, contados.
Dejo atrás mil pasillos descosidos de tanto correr por ellos, he huído de los monstruos escondidos en mi garganta a gritos sabiendo que encender la luz era mucho más sencillo.
Y ya no cuenta porque me han pillado y me toca contar.
Cien minutos más de este juego y me cuentas un cuento, prométemelo.
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