Me leen:

Cincuenta y seis.

Entonces me dí cuenta, el tiempo es oro, y lo que pierdes no puedes recuperarlo, no siempre. Dicen por ahí que si amas algo debes dejarlo libre, que si vuelve, es tuyo, y que si no nunca lo fue. Eso son tonterías, puede volver para doler, o puede volver sencillamente por otra. Y bien, ¿Amar? Tú no controlas eso, intentas parecer una persona sin sentimientos y no te funciona, pareces más bien una piedra con una sonrisa dibujada. Pero yo sé que no eres así, yo descubrí entre beso y beso que tú también sabes sentir, y que aunque muchas veces lo escondas hay ocasiones en las que tus huellas dejan una estela de ilusión que te delata. ¿Amar? Amar es para tontos, tu como mucho quieres a alguien, y es más bien por antojo. Te entiendo si no quieres amar, ¿Dónde está la necesidad de sufrir pudiendo apostar todo a caballo ganador? Ojalá yo fuera así, pero eres tú la jugadora estrella, la que al pisar deja agujeros como quien salta en el barro y deja su huella.. y la ropa manchada. El día en que yo estalle voy a mancharte yo a ti de la misma forma que tus mentiras han manchado el rojo de mis labios; la verdad es que me supongo que por dentro soy de un color horrible, algo así como la mezcla entre rosa y verde con topitos naranjas. Pero así soy, una bomba de recuerdos agridulces que llevan tu nombre mientras se manifiestan por estar sobre explotados, y es que llevo una época abusando del poder que no tengo sobre mi mente, dejando que mi cerebro ordene las cosas como más conveniente crea; y claro.. luego vuelvo a casa sola y no soy capaz de sostener las lágrimas en el asiento del bus donde me muero de ganas de ser una adicta a algo que no sea tu amor para poder observar como se consume, porque el cigarrillo con sabor a ti me lo robaron. No por ser mujeres son más cariñosas, ni más divertidas, ni te entienden más, ni más sensibles. Hay algunas que descuartizan tu corazón y se lo llevan lejos mientras van soltando los trozos cual comida para los tiburones por todo el océano.
Querer olvidar es forzarte a recordar, recordar aquello que te ha herido es dejar que las cicatrices que tanto te molestan sean vistas por todos y que no paren de preguntarte porque llevas escrito su nombre en tú muñeca un día si y otro también, aunque apenas se vea ya, que no sepas explicarles que hay marcas que por mucho que se sequen, si se secan en caliente no desaparecen; no tener palabras para demostrar que duele más el corazón que el tajo que gotea sangre mientras un hilo de culpabilidad te baja por la garganta haciendo que te sientas mal por querer besar a otra. No te quieres enterar, yo te quiero, yo te amo. Soy yo quien te extraña y tu quien no quiere entender. Me he hartado de andar jugando a marionetas porque tú juegos si es solo tuyo no tiene gracia. Esa horrible sensación de juguete, muñeca de trapo a la que le clavas agujas por puro aburrimiento; sabes mis puntos débiles y no dudas en usarlos, reconoces mis detalles y remarcas mis errores. Sé que no soy suficiente para ti, pero podrías valorar todo el tiempo que te estoy entregando. Se acabó. Como ya he dicho, el tiempo es oro, y ahora me has dejado sin nada. Lo que se va no siempre vuelve, no siempre en la condición anterior. Y yo ya no soy la de antes.

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Quizás solo se trate de prosperar, de seguir por un camino que no sea el que marquen tus labios, unas caricias que no sean las tuyas.